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El pasado día 7 durante la clausura del 35º Encuentro de Jóvenes Investigadores se dieron a conocer los ganadores de nuestro primer concurso de microrrelatos. Participaron 54 microrrelatos de 6 nacionalidades diferentes. Enhorabuena a todos y gracias por animaros a participar. Recordamos que los microrrelatos debían incluir las palabras investigar y joven o jóvenes, además de fomentar el interés por la investigación.

Ante la dificultad de elección el Jurado decidió dar dos accésit en lugar de uno. Las personas premiadas son:

Primer premio:

  • Carla Fernández Álvarez de Salamanca por el microrrelato titulado  «Mañana»

Accésit:

  • Sandra Álvarez Sesma de Segovia por el microrrelato titulado «Investigación»
  • Alicia Isabel León Lobera de Salamanca por el microrrelato titulado «Futuro»

Enhorabuena a las premiadas. En pocos días la organización se pondrá en contacto con vosotras para haceros entrega del premio.

Y a todos los que habéis participado gracias, y os esperamos en la próxima edición.

A continuación incluimos los microrrelatos premiados, para que podáis disfrutar de ellos.

MAÑANA por Carla Fernández Álvarez

Hoy va a ser el día, lo presiento.
Por primera vez en dos meses, me bajo en mi parada de tren con una sonrisa, antes de salir de casa he recibido un e-mail con excelentes noticias. Parece que mi suerte, nuestra suerte, ha cambiado. Durante el breve recorrido de la estación al trabajo no puedo evitar pensar que el cielo está un poquito más azul, y las concurridas calles un poquito menos claustrofóbicas.
Hoy es el día. Entro al edificio, que hoy parece oler menos a desinfectante y más a café recién hecho. Subo los tres pisos de escaleras en vez de coger el ascensor por pura impaciencia, hoy es el día.
Abro la puerta tan bruscamente que me sorprende que mi compañero de laboratorio no se gire de inmediato a darme la buena noticia, está dándome la espalda, leyendo lo que parece ser otro libro más relacionado nuestro proyecto.
¿Por qué investigar ahora? El alma se me cae a los pies cuando entiendo que hoy no ha sido el día, y mientras el investigador que hay en mí revisa los datos del intento fallido número 162 en busca de una explicación, el joven soñador lucha por no venirse abajo mientras se dice:
-Mañana será el día, lo presiento.

INVESTIGACIÓN por Sandra Álvarez Sesma

Me escuchó atentamente mientras le explicaba, con palabras fáciles, en qué consistía aquella investigación sobre genética de la que tan orgullosa me sentía. Había supuesto el fin de mis estudios. Una nota perfecta, incluso los profesores me habían felicitado.
— ¿Tan joven y ya estás investigando? Y además algo tan complicado. Yo no entiendo mucho de eso, pero espero verte un día en las noticias diciendo que has descubierto la cura para el cáncer. Mi marido, que en paz descanse, murió de eso hará unos treinta años. Con jóvenes como tú algún día se curarán todas las enfermedades.
Yo asentí, sonriente. A pesar de su avanzada edad, intentaba entenderme y parecía muy interesada en la ciencia. Me levanté un poco de mi asiento para sacar mi móvil, quería enseñarla unas imágenes microscópicas que seguro no había visto nunca.
—Y te vas de vacaciones a Alemania para celebrar tu descubrimiento, ¿verdad?
Sonreí. No fui capaz de sacarle de su equivocación.

FUTURO por Alicia Isabel León Lobera

Se les repetía a diario que los jóvenes eran el futuro. Pero ella ya no era joven. Al menos no internamente.
En el año 2999 la ingeniería genética había dotado a los cuerpos del don de la eterna juventud, congelando el físico de la humanidad en algún punto indefinido de la veintena. Pero las mentes, ajenas al milagro, no se detuvieron. Así, el día en que cumplió 97 años se vio una vez más en la necesidad de recordarse a sí misma que los frecuentes lapsos de memoria, las manías y la creciente desorientación eran perfectamente normales a su edad. Al menos, la interna.
La anciana frunció el juvenil ceño. Ir por la vida sin saber si una estaba mirando a un abuelo o a un nieto se le antojaba incorrecto. La ética no avanzaba tan rápido como la ciencia, y la sociedad había elegido poblarse con cuerpos inmaculados, barriendo los incómodos —y costosos— achaques de la vejez bajo pieles perfectamente tersas, sin molestarse en investigar las consecuencias. “Los jóvenes son el futuro”, insistían las grandes mentes científicas. Las mismas que dentro de unos años olvidarían, víctimas de su propio logro, cómo habían llegado hasta aquel mundo anciano sin arrugas.